Cuatro problemas del origen de la escasez de camioneros

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Este artículo se va a centrar en los cuatro problemas sobre el origen de la escasez de camioneros según Romina Paredes.

 

El trabajo del deshierbador era duro: requería pasar días enteros, descalzo y con la espalda encorvada, arrancando malas hierbas infectantes capaces de bloquear el crecimiento de las plántulas de arroz. No es casualidad que quienes hicieron esta profesión no la eligieron, sino que fueron obligados por las contingencias. Por eso duró hasta que se inventaron los herbicidas. En ese momento ya no había necesidad de este tipo de trabajo, con el debido respeto a todos.

 


¿Qué tiene que ver todo esto con el transporte por carretera? Tiene que ver porque hoy estamos dando de baja el oficio de camionero, sin haber encontrado ya un herbicida. Romina Paredes, presidente de la Comisión Laboral de la Cámara que lleva meses empeñada en analizar el problema de la escasez de conductores, ha llegado a esta conclusión: «Cada vez más nos toca ejercer esta profesión cuando nos vemos obligados. Casi nadie, eso sí, lo elige. Y sin embargo, detrás de esta falta de atractivo, hay un sector necesario como es el transporte por carretera, que mueve casi la totalidad de las mercancías que se mueven». El quid de la cuestión está todo aquí: el mismo trabajo que nadie quiere hacer es paradójicamente necesario para la comunidad.

 

En los orígenes de la escasez

 

Primer problema: ¿por qué nadie tiene la intención de subirse a un camión? Pueden haber muchas respuestas. Pero más que buscarlos dentro del sector del transporte por carretera, hay que elegir, como punto de observación, el de quienes, posicionados en la puerta del sector, se preguntan si acceder a ellos o no. Porque visto desde fuera -subraya el diputado del PD- "pasa la representación de que en este mundo somos explotados, que las condiciones logísticas y de infraestructura hacen que el trabajo sea agotador, mal pagado e incluso causante de problemas físicos, que muchas veces es difícil ser reconocida como una enfermedad profesional. A todo esto, pues, se sumaba la competencia europea, en la que cada país sigue sus propias reglas y juega bajo en costes laborales». Nada más normal, por tanto, que el que está en la puerta no sólo perciba falta de atractivo.

 

Aporte de todos

Segundo problema: ¿cómo lidiar con la escasez? Aquí la respuesta también esconde evidencia: los problemas colectivos se resuelven recaudando las contribuciones de todos. En otras palabras, el problema – para citar al presidente de la Comisión del Trabajo– “no es sólo político; es necesario también que la escuela, los que imparten la formación profesional, los que mueven inversiones en empresas lo perciban como tal». En cambio, observa algo desconsolada, «a menudo me pasa cuando publico en las redes sociales un pensamiento sobre la necesidad de potenciar esta profesión, y escucho la respuesta: “¡Para nada! La solución es subir la mercancía a los trenes”. Y ahí me doy cuenta de que es difícil entender no solo lo complicado que es hacer esta profesión, sino lo fundamental que es para el bienestar y el día a día de todos”. Sin quitarle nada al ferrocarril, obviamente, puede hacer mucho por el transporte de mercancías, cuando se integra con la carretera. También porque es poco probable que un paquete comprado en línea llegue con un tren detrás de la puerta.

 

 

Cuestiones salariales

Tercer problema: ¿Será mejor que el pago cambie eso? La respuesta, al menos desde el punto de vista de quien trabaja actualmente como conductor, solo puede ser positiva. El problema es que muchas veces estos mismos conductores no siempre consiguen mejorar su salario, casi como si, a pesar de la falta de preparación profesional, la ley de la oferta y la demanda no se aplicara en este ámbito. Mura trata de hipotetizar una posible razón: «El parámetro sobre el que se basa el valor de una profesión depende enteramente de cuántas habilidades se acumulan para poder ejercerla. Pero quien no lo elija difícilmente habrá logrado adquirirlos a través de un camino específico de formación y educación”. Un mecanismo similar también está presente «en el mundo de la restauración –señala el presidente– en el que quienes trabajan muchas veces no tienen formación ni titulación educativa.

 

Creando espacios para jóvenes y mujeres

Cuarto problema: ¿dónde dibujamos para llenar el vacío? Y aquí Mura responde con una lógica de compensación: « Son las mujeres y los jóvenes los que menos trabajan. La tasa de ocupación femenina roza el 33% en el Sur y en las islas y, en general, menos de una de cada dos mujeres trabaja, mientras que el paro juvenil roza el 30%. Por eso, en primer lugar, construiría cursos de formación para atraer a los jóvenes y apasionarlos por el transporte de mercancías y trataría de eliminar algunos problemas, incluidos los de carácter logístico, para permitir que las mujeres ejerzan la profesión». Sin embargo, ¡ay de definir esta acción como una forma de conciliar el tiempo de vida con el tiempo de trabajo, porque el presidente inmediatamente subraya que ha llegado el momento de superar la lógica de las medidas de conciliación, concebidas y calibradas solo en mujeres trabajadoras! destacar ese salto de calidad que lleva a las políticas de compartir. Porque mientras el trabajo de cuidados esté únicamente en manos de las mujeres, este país no va a seguir. Prueba de ello es que en muchos países cuanto más crece la tasa de empleo femenino, más aumenta la tasa de natalidad».

 

 

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